Creo que este libro de Parinoush Saniee, editado en Salamandra, es el que más me ha gustado en todo este año 2016.

Alternan en cada capítulo los puntos de vista de un niño que se siente asislado en su familia y entorno porque no habla absolutamente nada y, por otra parte, se presenta la visión de su madre que lo protege continuamente con su ternura frente a la incomprensión que se va levantando (como un auténtico muro) entre el pequeño y todos los que lo rodean.

Cuando descubrimos que la falta de comunicación es debida a una decisión personal del crío y vislumbramos las consecuencias devastadoras que a nivel psicológico se crean en toda la familia, una red de sentimientos contradictorios nos atrapan al observar las reacciones que se adoptan a su alrededor.

Es una novela muy intensa, de sentimientos profundos, de silencios tan significativos como el del niño, silencio con el que se esconde un gran grito: el de crear un mundo propio para  denunciar los problemas que viven los que lo rodean y que no son capaces de ver ni de pararse a reflexionar.
El final me ha impactado. Un libro para releer, sin duda.