Es de esos libros que cuando terminas te deja una sensación de desasosiego e inquietud... unas resonancias de haber tocado temas que no pueden dejarnos igual que antes de empezarlo.

Aunque me han resultado muy extrañas las 60 primeras páginas, aproximadamente, y no acababa de atraparme la historia, a medida que avanzaba la narración y la tensión iba "in crescendo" (y se hacía agobiante-aterradora incluso) me ha ido enganchando completamente. La historia esá a caballo entre la ciencia ficción, las distopías y, a la vez, tiene el aire real de lo que utópicamente podría suceder en un estado controlador y subyugante, en este caso para las mujeres. La ausencia de derechos básicos, el control absoluto por parte de los mandatarios, la falta total de libertades de las mujeres, la hipocresía en los comportamientos de los que mandan o la división de las mujeres en castas muy marcadas son los aspectos más relevantes de la obra. La violencia y la crueldad no se ahorran en las fuertes descripciones que impresionan al igual que la vestimenta roja que identifica y marca a la casta de las doncellas. La narradora es una de ellas, una mujer a la que han asignado a un comandante (Fred) y que va narrando en su diario lo que acontece a su alrededor y los recuerdos de un pasado de libertad no demasiado lejano (que todos los lectores identificamos claramente como nuestra época) que ya no está y ha sido eliminado de un plumazo.

El ambiente agobiante y asfixiante que rodea a los personajes, paradójicamente, tiene espacios impresionantes y magníficos con lo cual se acentúa la sensación de opresión reinante. La novela ha sido adaptada a una serie de éxito en EEUU.