Es original e ingeniosa esta obra de Álex Grijelmo editada en Espasa. Además de una novela policíaca es una defensa de la importancia del lenguaje, su uso y las marcas que éste va dejando como huellas inconfundibles de identidad.

Un profesor de lingüística sin trabajo ofrece sus servicios a la policía para conseguir (a través de los estilemas, o rasgos lingüísticos propios de un individuo) descubrir delitos analizando los escritos relacionados con cualquier caso en el que haya la posibilidad de contar con testimonios escritos.

El comisario Contreras lleva a cabo una investigación privada para ayudar a Esther, hija de un importante empresario, a averiguar por qué su padre cambió el testamento favoreciendo a un directivo de su empresa.

Con un sentido del humor inteligente y una trama interesante, la obra me ha parecido muy entretenida.