190 páginas directas, intensas, que penetran perfectamente en la atmósfera de un espacio agobiante que se adentra en la psicología de unos personajes también perfectamente caracterizados.

La protagonista es una adolescente de 11 años que vive con sus padres y su hermano Guille.

El padre, omnipresente figura que presiona a la familia, ejerce un control absoluto sobre ellos; la madre es una espectadora callada; el hermano, un joven cuya violencia extrema sólo se justifica por un trauma psicológico.

En la casa hay una habitación llena de cadáveres disecados de animales que ha cazado el padre y constituye una buena metáfora para definirlo también como "depredador" con los que lo rodean.

La muerte, involuntaria, de un heladero al que le están comprando algo los hermanos es la que hace estallar una violencia que desde ese momento se instala en las novelas. Una violencia extrema que de repente se refleja en la propia crueldad instalada en la vida familiar.

Además, la inteligentísima protagonista, con gran talento para la física y las matemáticas, que desea aprender (a espaldas de su padre) sueña con  la posibilidad de hacer un viaje al pasado para volver atrás. Me ha encantado el personaje del profesor Paulovid y su esposa.

De la autora belga Adeline Dieudonné.

En Salamandra.