Es un libro impresionante, dramático y conmovedor. He de decir que me ha resultado terrible en muchas páginas, duro y desolador pero no por ello dejaría de leerlo de nuevo.

La narración en primera persona de Emily, una de las protagonistas de la historia, descubre un mundo familiar en el que sobresale el egoísmo de la madre, las malas relaciones entre los padres, la soledad de las dos niñas, el precio de crecer, la ternura del criado Buza (viejo entrañable, gran contador de historias, en el que se encarna el simbolismo del apartheid en Sudáfrica)...

La llegada de unos vagabundos: un fotógrafo, su mujer y dos hijos (uno de ellos con problemas) y la relación que entablan con las niñas y sus padres irá descubriendo aspectos crueles de la realidad, emociones intensas y dañinas que van anunciando un desenlace sobrecogedor.

Extraordinaria pero muy dura.