Me ha decepcionado esta última novela de I. Martínez de Pisón, de la que había leído excelentes críticas. De este autor ya había comentado en DesordenadasLecturas La ternura del dragón, La buena reputación y Derecho natural.

Pienso que es una novela que presenta de un modo demasiado "forzado" muchas de las situaciones que recrea. Tampoco me ha convencido la caracterización de los personajes.

Se narra la vida de una joven (Rosa) y su hijo adolescente (Iván) que siempre han vivido como si fuesen los únicos miembros de una familia, solos en un mundo difícil en el que 20 años antes un trágico accidente acaba con la vida del que sería el padre de Iván. Es así como comienza la obra, con la relación entre dos jóvenes que van a Portugal a escondidas, y en un coche prestado, para que ella aborte. El accidente trunca los planes de ambos y a partir de ahí (muchos años después) madre e hijo son los protagonistas de una historia de silencios, el misterio de la decisión tomada por la joven de haber continuado sola con el embarazo (aspecto que el chico desconoce totalmente). 

Tras muchos destinos, viven aislado, tan solo con la compañía de otra curiosa mujer, en un cámping abandonado que quieren recuperar. En dicho lugar,  un día el azar pone en manos del hijo el conocimiento abrupto de un pasado que lo desconcierta a pesar de que es precisamente dicho pasado abrumador el que ha marcado tanto esta historia de soledad, obsesión, incomprensión y posteriores desencuentros.